martes, 28 de abril de 2009

עם ישראל חי בישראל


No es fácil en estos días elogiar los logros de este país en sus seis décadas de existencia. Las actitudes adversas a Israel proliferan. Como si sus acciones militares - ofensivas y defensivas - constituyeran la esencia de este país, y no habrían otras que acaso son más determinantes, al menos para sus ciudadanos.

-PRIMERO, es una democracia. Situación nada fácil en un espacio como el Medio Oriente donde las dictaduras son el régimen previsible, acaso con la excepción parcial de El Líbano. Y una democracia que se preserva a pesar de las guerras que se reiteran cada siete o diez años, y con líderes que, por corruptos, –de ningún modo en la escala conocida en esta región, en Africa o en América Latina — son rápidamente investigados por la Policía y castigados por los jueces.

-SEGUNDO, Israel se ubica en un territorio donde las deogas abundan. De El Líbano a Afganistán, de Egipto a Irak, los estupefacientes pretenden ingresar a este país y disolverlo desde el interior. Como les ocurrió a los norteamericanos en Viet Nam. Pero el tráfico se detiene en las fronteras. El consumo de la droga es personal, y jamás acompañado de inseguridad o violencia.

-TERCERO, es un país pequeño. Apenas 20 mil kilómeros cuadrados. Apenas una parcela de los estados de países como México, Brasil o Argentina. Y con una población veinte veces menor. Sin embargo, ya está en la etapa postindustrial. Supera a países como India y China que nacieron en fechas similares en desarrollo tecnológico y en unidad nacional. Avance espectacular que se acompaña con la posibilidad de contar con armas nucleares, si las circunstancias así lo exigen.

-CUARTO, llegaron a Israel inmigrantes calificados de Europa, y algunos pocos de Estados Unidos y de América Latina. Pero la mayoría de los migrantes en los años cincuenta apenas conocían la modernidad. Eran analfabetos, marginados, y pobres. La ayuda financiera de Estados Unidos y de comunidades judías sin duda ayudó, pero esto no es ninguna garantía de éxito. Piénsese en Arabia Saudita, con activos financieros dentro y fuera del país, pero con conductas retrógradas en la política y en la cultura. O en países africanos, donde los recursos naturales no escasean.

Israel cuenta hoy con casi ocho millones de habitantes, de los cuales 6.5 millones son judíos - ateos, agnósticos, tradicionalistas y fanáticos: muy poco los une. Y un millón y medio de árabes son ciudadanos que gozan de derechos y de niveles de vida que los palestinos envidian. También ellos están divididos en grandes familias y en cuatro partidos políticos. Israel atina a asimilar este volcán conflictivo.

Reflexiones que no justifican atropellos, ásperas actitudes, y conductas adversas al derecho internacional. Los países que puedan tirarle piedras que lo hagan. Pero con honestidad. Difícil prenda en estos días.




En estos días en que festejamos un nuevo aniversario de la independencia de Israel, nos viene a la memoria el histórico anochecer del viernes, 14 de mayo de 1948, 5º día del mes de Íar, cuando el pensamiento de todos los judíos del mundo se volvieron al oscurecido edificio del Museo Municipal de Tel Aviv, donde se hallaba reunido el primer Consejo del Pueblo.

Todos aguardaban expectantes las palabras que vendrían de allí, abriéndose camino como haces de luz por entre negros nubarrones. Ante la mesa rodeada por los representantes del pueblo, David Ben Gurión se levantó de su asiento, y exclamó con voz firme:



!! עם ישראל חי בישראל


... Am Israel jai be-Israel !! (El pueblo de Israel vive en Israel !!)


lunes, 20 de abril de 2009

EN MEMORIA A LOS 6 MILLONES


Ningún mortal puede explicar los misteriosos caminos de Di-s en la vida. Como el profeta Isaías nos dice en nombre de Di-s: "Mis pensamientos son diferentes de vuestros pensamientos". Sin embargo, lo que podemos decir es que cuando los humanos sufren, Di-s también sufre, más que un padre por su hijo.

Di-s le dio al hombre libre albedrío para cambiar el mundo para bien. Pero debemos decir que esa independencia es tan vital que pesa más que el profundo dolor producido por el abuso del hombre de su libertad de elección para herir a su compañero. Está claro para mí que hace 60 años Di-s estaba mirando y esperando una respuesta a una pregunta más importante:
¿Dónde estaba el hombre? ¿Dónde estaba el hombre que puede diferenciar entre el bien y el mal, que tiene el poder para actuar y crear? ¿Dónde estaba el hombre que entiende la santidad de la vida humana, y por qué no está clamando por su profanación?




Sí, el mundo se unió de una manera sin precedentes, y tuvo éxito en detener la máquina de guerra Nazi...

¿Pero por qué tomó tanto tiempo? ¿Por qué el mundo creyó de buena gana que el mal se apaciguaría? ¿Por qué los Aliados sólo reaccionaron ofensivamente cuándo los Nazis llegaron a sus puertas? ¿Por qué tantas personas inocentes tuvieron que ser brutalmente asesinadas antes de que la humanidad comprendiera el mal intrínseco del Nazismo?

Nosotros clamamos: NUNCA MÁS !!!.


Las heridas duelen hasta ahora y las lágrimas siguen cayendo...

Es evidente la especialísima relación entre el catolicismo y el judaísmo. A fin de cuentas el cristianismo nace como una herejía del judaísmo, y el papel (según la tradición católica) de la Sinagoga Judía como culpable del rechazo a Cristo y de su condena, ha pesado en la conciencia colectiva de Europa como una losa de prejuicios.

No es casualidad que de todos los países en los que han residido los judíos han sido expulsados en un momento o en otro, a saber Inglaterra en 1290, Francia en 1306 y en 1394, Hungría en 1349, Austria en 1421, numerosas localidades de Alemania entre los siglos XIV y XVI, Lituania en 1445 y en 1495, España en 1492, Portugal en 1497, y Bohemia y Moravia en 1744.

La Memoria de la Shoah es una obligación moral y política de nuestras democracias porque se trata de un fenómeno que nos debe vacunar contra toda ideología del odio que está en el origen del Holocausto, a partir del cual no cabe ya ninguna inocencia y se hace precisa una permanente vigilancia.


No podemos olvidar que la judeofobia que desató el Holocausto se incubó en una sociedad europea, culta, desarrollada, de tradición cristiana, y lo hizo en medio de la absoluta pasividad o incluso con la complicidad de las Iglesias, la Universidad, los medios intelectuales y las instancias internacionales.

Vivimos hoy en un mundo globalizado pero no por ello inmune a las viejas ideologías del odio y del prejuicio, de ahí la importancia de mantener viva la Memoria de uno de los grandes horrores de la Historia para evitar que con otras banderas, con otras consignas, al servicio de otros fanatismos se reproduzcan los viejos crímenes.
En estos días se recuerda una vez más a los 6 millones de judíos que fueron torturados y asesinados por la ignorancia Nazi. Es por lo tanto un momento oportuno para reflexionar sobre el valor moral y político de la Memoria del Holocausto(La Shoah) como primera prevención contra todas las ideologías del odio.